A veces, y sólo a veces, si te piden una copa y un cigarro, tienes que invitarla a una copa y un cigarro.
Perverso
Hay a quien le gusta grabarse en la cama, para después mirarlo. Yo, personalmente, prefiero dejar la grabadora encima de la mesita y dejar sólo un registro auditivo, algo que escuchar más tarde, como quien escucha a los Beatles, tomando una copa de algún licor oscuro.
Y esto soy capaz de pensarlo ahora, claro. Ahora que has terminado, y que el vino y el humo de tabaco han enturbiado la acidez de la saliva. Porque dos minutos atrás no era capaz de pensar nada.
Es perverso. Cuando juegas a ser mi esclava es cuando me esclavizas. Cuando te arrodillas, sumisa ante mi, y te me ofreces obediente, y me regalas tus labios carnosos y tu lengua dulce y húmeda sin pedir nada a cambio, en un acto de servidumbre. Cuando me regalas tu voluntad es cuando te apoderas de la mía. Así, mientras me tienes entre tus labios me posees y te pertenezco, soy eterno esclavo de ese momento, incapaz de emprender más acción que contemplar el movimiento cadencioso, incapaz de ser consciente de que medio metro más allá existe un mundo que no es este instante, incapaz de hacer otra cosa que desear que sigas. Te daría mis ropas, mi hogar, mis reinos y mi primogénito para que siguieras, convirtiéndote en la cortesana mejor pagada de la historia, si en ese momento dudaras un segundo y me miraras con la boca entreabierta, tu aliento aún sobre la piel, en un segundo eterno de agonía e incertidumbre. Pero te ríes y vuelves, servil y sin pedir mis ropas, mi hogar, mis reinos ni un primogénito, a encadenarme con saliva.
Es perverso porque no es perverso. Porque no hay teatro, porque no es un vicio, ni es sucio, ni el gemido es prescindible. Porque no eres cortesana sino un ama de casa hacendosa, afanada en hacer algo bien, felándome y atrapándome como la mujer de hace un siglo plancharía la camisa que su marido vestirá en la reunión de mañana. Con el cariño de quien quiere hacer algo bien y la seguridad que da la experiencia, no es algo sexual. No, es el ofrecimiento servil de alguien que ama.
Y mientras tanto yo, inofensivo e incapaz, muero entre tus labios.
Es perverso porque te incorporas con naturalidad y una sonrisa. Contenta, satisfecha. Sabes que lo has hecho bien porque me has visto morir, y sonríes, y tu sonrisa no es pícara ni aviesa, sino inocente. Sonríes con la inocencia de una niña que ha terminado de jugar. Ingenua, porque no sabes que siendo mi esclava es cuando me dominas, porque piensas que realmente eres tú la esclava. Ingenua, porque no ves la gota que queda en el borde de tu sonrisa, como un diamante que adornase tu niñez, hasta que lo notas y lo lames casi tratando de que no lo vea.
Porque ignoras que me posees cuando te poseo. Porque no hay sexo, sino labor servil. Ingenua satisfacción.
Porque no es en absoluto perverso.
Por eso es tan perverso.
Y esto soy capaz de pensarlo ahora, claro. Ahora que has terminado, y que el vino y el humo de tabaco han enturbiado la acidez de la saliva. Porque dos minutos atrás no era capaz de pensar nada.
Es perverso. Cuando juegas a ser mi esclava es cuando me esclavizas. Cuando te arrodillas, sumisa ante mi, y te me ofreces obediente, y me regalas tus labios carnosos y tu lengua dulce y húmeda sin pedir nada a cambio, en un acto de servidumbre. Cuando me regalas tu voluntad es cuando te apoderas de la mía. Así, mientras me tienes entre tus labios me posees y te pertenezco, soy eterno esclavo de ese momento, incapaz de emprender más acción que contemplar el movimiento cadencioso, incapaz de ser consciente de que medio metro más allá existe un mundo que no es este instante, incapaz de hacer otra cosa que desear que sigas. Te daría mis ropas, mi hogar, mis reinos y mi primogénito para que siguieras, convirtiéndote en la cortesana mejor pagada de la historia, si en ese momento dudaras un segundo y me miraras con la boca entreabierta, tu aliento aún sobre la piel, en un segundo eterno de agonía e incertidumbre. Pero te ríes y vuelves, servil y sin pedir mis ropas, mi hogar, mis reinos ni un primogénito, a encadenarme con saliva.
Es perverso porque no es perverso. Porque no hay teatro, porque no es un vicio, ni es sucio, ni el gemido es prescindible. Porque no eres cortesana sino un ama de casa hacendosa, afanada en hacer algo bien, felándome y atrapándome como la mujer de hace un siglo plancharía la camisa que su marido vestirá en la reunión de mañana. Con el cariño de quien quiere hacer algo bien y la seguridad que da la experiencia, no es algo sexual. No, es el ofrecimiento servil de alguien que ama.
Y mientras tanto yo, inofensivo e incapaz, muero entre tus labios.
Es perverso porque te incorporas con naturalidad y una sonrisa. Contenta, satisfecha. Sabes que lo has hecho bien porque me has visto morir, y sonríes, y tu sonrisa no es pícara ni aviesa, sino inocente. Sonríes con la inocencia de una niña que ha terminado de jugar. Ingenua, porque no sabes que siendo mi esclava es cuando me dominas, porque piensas que realmente eres tú la esclava. Ingenua, porque no ves la gota que queda en el borde de tu sonrisa, como un diamante que adornase tu niñez, hasta que lo notas y lo lames casi tratando de que no lo vea.
Porque ignoras que me posees cuando te poseo. Porque no hay sexo, sino labor servil. Ingenua satisfacción.
Porque no es en absoluto perverso.
Por eso es tan perverso.
Extractos de una conversación:
" Sé que sabes que es una mala racha, una mala fase, como todo ser humano sobre el planeta ha pasado y pasará, y que se acaba sobreviviendo. Es una tontería que te repita lo que todo el mundo. (...) Es como una mala borrachera. No hay dios que te la quite, por mucho café e ibuprofeno que tomes. Hay que aguantar y pasarla, porque se pasa. Mamá natura diseñó el amor con muy buenas intenciones, estoy seguro, pero si me pides mi opinión, le salió una chapuza."
Dos grandes verdades.
Quiero compartir con vosotros dos máximas.
1. La suerte no es aleatoria. La suerte es una actitud.
2. El esfuerzo siempre, siempre da sus frutos.
Y quien lo niegue es un desgraciado y un vago.
Quizás en otro momento me extienda más sobre el tema. De momento, me marcho a aplicarme el cuento.
Buenas noches.
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