Días largos, pesados.
Días que empeoran.
Hay días en que, llegado un punto, sólo me apetece emborracharme, ignorar el mundo podrido de mi alrededor y lo podrido de por dentro.
Pero entonces puede pasar que decido no beber, y jugar una partida de póker.
Hay días que empiezan mal, y acaban triplicando la apuesta y rechazando a la chica orgullosa de su pecho.
Lo mejor ha sido ganar en el mano a mano en desventaja, contra un tipo convencido de jugar mejor que yo.
Es como escupirle a la cara a un mal día.
Esos días son los mejores.
Muy bueno, señorito. Muy bueno.
ResponderEliminarYo ayer tuve un día de esos en los que, efectivamente, tienes ganas de emborracharte. Fui a la cocina, decidida, y cogí una botella de ron y sola, delante del ordenador, empecé a beber mientras leía un libro basura de ésos que te comenté...
Qué ridículo.