Datos personales

Mi foto
Some people have an angel on one shoulder and a devil on the other. Me, I've got a hat and a vest, Acid and Sour, Jazz and Tango.

Mentiroso. Mentirosa.

Todos mentimos. Yo miento. Tú mientes. Ese que dice "yo nunca miento" está mintiendo.

Porque mentiras hay mil y la primera es la mentira de no mentir. Cuidado: No hay nada más idiota que mentirse a uno mismo. Porque una mentira no es sólo una no-verdad.

Cuando te preguntan qué tal estás, y respondes "bien", estás mintiendo. "No lo decía por tí." "No me había dado cuenta." "Pues ya te llamo y tomamos algo."

Mentira.

Pero también es mentira cuando le das los buenos días a determinadas personas. Hay besos de mentira. Hay mentiras que no son realmente mentiras. "Estaba bromeando."

Aunque, sin duda, las mentiras que más me gustan son las de actitud. Aunque últimamente me traigan de cabeza. Cuando te comportas como si supieras algo. Como si no tuvieras miedo. Como si estuvieras tranquilo.

Como cuando salgo a la calle y hago como que no espero encontrarte, que no te busco. Como cuando te abrazo como si fuera un amigo. Como cuando te acaricio el pelo, haciendo como que es sólo una muestra de amistad. Como cuando hablo y me comporto como si me conformara con charlar contigo, como si me diera igual que estés con alguien.

Como cuando tú haces como que no te das cuenta.


Pues bien, eso es mentira. Y no te atrevas a decirme que no sabes mentir. Todos mienten. Mentís. Mentimos.

Pero, eh, es divertido. Son las reglas del juego. Saltar al escenario y creerse el papel hasta que la piel cicatriza en torno a la máscara.

Normalmente no me ando con estas tonterías. No regalo mi tiempo. No juego a esconderme, a no desear. Dejo las cosas claras, y despacho el asunto rápido. Pero a veces...
A veces tomo más café que martini.


Soy todo un sentimental.

"¿...Quién distingue la máscara de la faz?"
(E.C.P.)

Nueva adquisición.

(Texto de Zagros, en breve nuevo co-autor del blog. Como veis, no cambiamos la tónica.)

Me gustan los juegos.
Quizá es una secuela. O una precuela, quién sabe.
Sin embargo a veces me da la impresión de que sobrepaso los límites de los juegos, voy demasiado lejos. Si un niño me viera me diría que soy un tramposo. Sin embargo en estos juegos quiero ver hasta dónde puedo llegar, si tengo límites, y si los tengo dónde están mis límites, si tengo conciencia. Vale, lo reconozco, me paso en los juegos, pero no se quedan atrás. Estos juegos son un resultado, un efecto. Niño a quién golpean sus padres va a golpear a sus hijos.
Tenéis un problema: os gusta jugar, pero no soportáis perder, chicas. Jugar está muy bien cuándo ganáis, pero si perdéis venís con cosas cómo “Ahora qué hago, no merece la pena seguir así...”, etc.
Y os váis con vuestro pagafantas para llorarle en el hombro, mientras él se muere por daros un beso, por una palabra dulce, sin saber que él es vuestro premio de consolación, jugáis con el sin riesgo, sabedoras de que vais a ganar. Necesitáis ganar. Necesitáis ser la capitana del barco. Una lástima que hayas dado con un pirata tramposo.
Decís “te quiero” a boca llena, y tú y yo sabemos que es solo un juego, una forma de medirte, cuánto tiempo tardará en caer? Esta vez no ha caído
Chica guapa, pero solo guapa.
No me digas que te duele, que me quieres, no intentes engañar a un mentiroso, no lo vas a conseguir.

De la película "Cocktail"

-No quiero que esto acabe así.

-Esto siempre acaba mal. Si no, no acabaría.