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Some people have an angel on one shoulder and a devil on the other. Me, I've got a hat and a vest, Acid and Sour, Jazz and Tango.

What can I say, sweetie.

I feel that afternoon was a waste of time.

What can I say, sweetie. Didn't like it.

Isn't your fault. There's something wrong with your lips, your kissing way... That hand shouldn't be there, babe. And...


Well, actually it's your fault.
So, won't say "see ya".

Bad luck.

Good bye.

Pintando la línea.

Empiezan a resultar tediosas ciertas actitudes que detecto a mi alrededor. Mucha tontería. Voy a tener que colgarme un letrero en la camisa.

A todas las chicas (y algun que otro chico) que intentan mangonearme con chorraditas y tira-y-aflojas:
No jugamos al mismo nivel. Ni siquiera al mismo juego.

Desahogo

Estoy cabreado.


Cuando me cabreo, soy peor persona. Aún.
Y una parte de mí lo disfruta. La parte sádica.

Duelo en el alma.


Estoy muy cabreado.


Yo no soy de los que se desahogan con violencia. No grito. No golpeo.

Yo me desahogo con Martini. Con noche. Con alguna desconocida en un pub. Una pobre chica con la mala suerte de encontrarme con ganas de jugar y ganar.


Hay un verbo precioso. Desfogar. Dar salida al fuego.

Hoy toca.

No soy sexista

Y hoy lo voy a demostrar.


A menudo he criticado a las calientabraguetas (por ser elegante), a la chica Balay que calienta pero no quema. La que disfruta jadeándote en la oreja para dejarte luego con un buen dolor de huevos.
Ni que decir tiene que pocas cosas hay que me exasperen más que estas niñatas adivadas que se suplen así su falta de autoestima.


Pues bien.
Debo decir, sin temor a equivocarme, que he encontrado a un calientabragas.
De los peores.

De los que acarician, tocan, muerden la oreja, susurran, y en el último momento se apartan de ella y la dejan tirada en el sofá con los pantalones humeantes.

Quizás realmente no le guste la chica, quizás no se atreva, o quizás sea una cuestión de principios. Pero está claro que, sin duda, disfruta con esa certeza maquiavélica de que está apelando a un instinto que va a quedar insatisfecho, alimenta el ego causando excitación, y el masoquismo negando algo que parecía claro en el momento más crítico.



Y me parece una gilipollez igual de exasperante.

Confirmación

Ayer hablé con una ex-desconocida.
Era una chica perteneciente al grupo de las que te cuentan su vida recién te conocen.

Al parecer, su gran amargura era un tipo que pasa de ella, pero se la tira de vez en cuando. Una especie de follamistad forzada, porque él no quiere nada más. Y el resto del tiempo, no le hace caso. Mientras, ella le manda mensajes, le avisa de que no a ir a comer, etc...

Y, aunque no le preste ninguna atención y la utilice, aunque se comporte con respecto a ella como lo que se conoce como un cabrón, ella no puede evitar estar enganchada de él.


Dicho esto, sólo diré: Ejem, ejem.

Porque sí.

Son casi las dos de la mañana, entre semana, y mañana madrugo.

Debería ir a dormir.

Debería hacer los análisis que tengo pendientes para mañana.

Debería darme una ducha y meterme en la cama de una vez.



Pero no me da la gana.

Porque tengo a Miles Davis en el cuarto, una timba de póker en el salón, una chica orgullosa de sus pechos en la sila, dos amigos tras las cartas y un vaso de vino (se acabó el Martini) en la cocina.

[Porque tengo el pecho trastocado]

Pero, principalmente, porque no me da la gana.


Y es deliciosamente liberador.

About art.

(Tengo problemas para conectarme a internet. Así que hoy, las entradas de dos en dos.)


Hay demasiadas personas que creen que saben lo que es el arte.
Demasiadas personas que se creen capaces, mientras se atiborran de grasientos MacMenús gigantes y llenan sus cuerpos de alcohol cada fin de semana hasta el borde de la intoxicación, en lo que Nietzsche calificaba como sociedad narcótica, con su maldito título de B.U.P. y un contrato basura en una tienda de electrotecnia, de juzgar lo que es arte.

Son los que escuchan música contemporánea y dicen que es un pianista dando golpes al teclado.
Son los que ven pintura del S.XX y dicen que un mandril con un bote de pintura lo haría mejor.
Son los que leen poemas sin rima y dicen que no es poesía.
Esa marabunta ignorante que engrasa la maquinaria, hasta el punto de que la maquinaria se hunde en un pozo de grasa.

Cuántas veces habré pasado por la misma escena.
“Ah, ¿eres compositor? Yo soy pianista. Mira, he compuesto varias cosas para piano, échales un vistazo, a ver qué te parecen.”
Y te ponen delante de las narices, exultantes de orgullo, cuatro folios garabateados de un romanticismo barato, de las mismas melodías manidas, de los mismos acordes de hace doscientos años, de las mismas malditas progresiones armónicas.
Una pieza muy bonita, eso sí.

El romanticismo es muy bonito, hoy día. Pero en su día era una transgresión. Era romper con una estética y hundirse en otra mucho más expresiva, de una forma casi revolucionaria. Y es esta rebeldía lo que convierte el romanticismo en arte, y no en una moda. La búsqueda, la necesidad de un nuevo lenguaje.
Otra cosa muy diferente es tu maldito romanticismo de tocador, que utiliza un lenguaje ya estandarizado, horrorosamente típico, sin ápice de búsqueda, de rebeldía, de nuevos lenguajes, sólo para crear algo bonito.
Bonito.

Algo puede ser bello sin ser bonito.
Puede ser arrebatador sin ser bello.
Puede ser desgarrador.

El arte no es hacer cosas bonitas. Es algo muy diferente.

Que se apliquen el cuento todos los pintores de cuadros bonitas, escultores de cosas bonitas, compositores de canciones bonitas, arquitectos de edificios bonitos, bailarines de danzas bonitas, y cualquier seguidor del bonitismo en general.


Eso
no
es
Arte.


Eso es interiorismo, o Hello Kitty.

Los calzoncillos de Mickey Mouse

Tengo un amigo que va tras una chica.

Ella no le hace caso. Y él no lo entiende, porque hace exactamente todo lo que a ella le gusta en un chico. Es, racionalmente, su chico ideal, el que ella describe cuando habla de cómo le gustan los tíos.

Bien, dejemos algo claro.

Que a ti te gusten los comics de Batman no significa que quieras tirarte a Bruce Banner, ¿verdad?

O, de un modo más práctico.
Que a una tía le guste Mickey Mouse no significa que vaya a acostarse con él.
No se te ocurriría ponerte unos calzoncillos de Mickey Mouse para excitarla mientras te desnudas. *

Pues, amigo mío, lo que le gusta a una mujer no es lo mismo que lo que le atrae. Que le gusten los tíos sinceros no significa que le pongan los tíos sinceros. Que le gusten los poetas no significa que le guste zumbarse poetas.
De hecho, lo que le gusta y lo que le atrae suelen tener poco que ver.

Y esto es algo que ni siquiera ellas suelen tener muy claro.



*Fetichismos extravagantes aparte.

Reducción

Básicamente, existen dos tipos de mujer adulta.


Por un lado, están las que nunca dejan de ser unas crías, y la regla les vuelve gilipollas.

Por otro lado, están las que intentan disimularlo.
Transliteración:

"Es una mujer de palabra. Aunque suene raro."
(Leafar)

Ahora no, Belleza

(By Zagros. Con un par.)

Regañadme lectores. Decidme idiota. Sentid compasión de mi y abofeteadme. Me lo he ganado.
Estoy enamorado.

No se cómo empezar esto. Han desmontado mi juego. El niño que antes me decía que yo estaba jugando sucio ahora está sentado en un rincón riéndose de mi.
Esto es debido a que el castillo de naipes que tanto trabajo me había costado construir, a prueba de mujeres, se ha derrumbado. No tenía que haberlo hecho con naipes, dejan huecos.

Por ahí suelta, hay alguien que se ha colado por esta rendija que deja el egocentrismo y el cinismo, para destruir toda esta estabilidad hipócrita creada.
Por ahí suelto hay alguien que me ha descubierto mientras jugaba al escondite y ahora me toca quedármela.
Y para colmo, las demás tramposas ahora quieren jugar y tocar los huevos. Bien chicas, hicisteis trampas, ahora os toca joderos.
Esas mujeres que ahora pretenden que vuelva a mirarlas, solo por joder.

Ah, sí, se llaman “ex”.

Pues bien, eso mismo hace el perro harto de carne. Si le quitas la carne y le das verdura llora.
Llorad ahora. Es tarde, habéis perdido, y además, un tramposo no soporta que le hagan trampas.
Ni café ni ostias. Y si seguís poniendo zancadillas un día os partirán el tobillo.

¿Último deseo antes de la ejecución? Sí, princesita, tengo una frase para ti: Au Revoir

Psicología inversa

Que es otro modo de decir un puto caos.

Siempre harán justo lo contrario de lo que esperabas. Si no esperabas que hicieran nada, harán algo, a ser posible dramático y ruidoso.
Si esperabas que hicieran algo, no harán nada, casi en catatonia.
Luego dicen que son cosas de mujeres que nunca entenderás. Cosas de chicas, más bien.
Eso te pasa por ser bueno.

Hasta que dejas de quejarte y entras al juego. Y eres tú quien las desconcierta. Entonces dicen que eres un cabrón.
Y será verdad.
Pero cuando te comportas como un cabrón, por fin hacen lo que esperabas que hagan. Ni más ni menos. Entonces las cosas funcionan como deben.


Por cierto, Zagros ya no será objetivo. Está con una chica. A pesar de ello, seré bueno y le dejaré publicar algo. Enhorabuena, muchachote.

En cuanto a mí... Ya veis. He vuelto.

Mentiroso. Mentirosa.

Todos mentimos. Yo miento. Tú mientes. Ese que dice "yo nunca miento" está mintiendo.

Porque mentiras hay mil y la primera es la mentira de no mentir. Cuidado: No hay nada más idiota que mentirse a uno mismo. Porque una mentira no es sólo una no-verdad.

Cuando te preguntan qué tal estás, y respondes "bien", estás mintiendo. "No lo decía por tí." "No me había dado cuenta." "Pues ya te llamo y tomamos algo."

Mentira.

Pero también es mentira cuando le das los buenos días a determinadas personas. Hay besos de mentira. Hay mentiras que no son realmente mentiras. "Estaba bromeando."

Aunque, sin duda, las mentiras que más me gustan son las de actitud. Aunque últimamente me traigan de cabeza. Cuando te comportas como si supieras algo. Como si no tuvieras miedo. Como si estuvieras tranquilo.

Como cuando salgo a la calle y hago como que no espero encontrarte, que no te busco. Como cuando te abrazo como si fuera un amigo. Como cuando te acaricio el pelo, haciendo como que es sólo una muestra de amistad. Como cuando hablo y me comporto como si me conformara con charlar contigo, como si me diera igual que estés con alguien.

Como cuando tú haces como que no te das cuenta.


Pues bien, eso es mentira. Y no te atrevas a decirme que no sabes mentir. Todos mienten. Mentís. Mentimos.

Pero, eh, es divertido. Son las reglas del juego. Saltar al escenario y creerse el papel hasta que la piel cicatriza en torno a la máscara.

Normalmente no me ando con estas tonterías. No regalo mi tiempo. No juego a esconderme, a no desear. Dejo las cosas claras, y despacho el asunto rápido. Pero a veces...
A veces tomo más café que martini.


Soy todo un sentimental.

"¿...Quién distingue la máscara de la faz?"
(E.C.P.)

Nueva adquisición.

(Texto de Zagros, en breve nuevo co-autor del blog. Como veis, no cambiamos la tónica.)

Me gustan los juegos.
Quizá es una secuela. O una precuela, quién sabe.
Sin embargo a veces me da la impresión de que sobrepaso los límites de los juegos, voy demasiado lejos. Si un niño me viera me diría que soy un tramposo. Sin embargo en estos juegos quiero ver hasta dónde puedo llegar, si tengo límites, y si los tengo dónde están mis límites, si tengo conciencia. Vale, lo reconozco, me paso en los juegos, pero no se quedan atrás. Estos juegos son un resultado, un efecto. Niño a quién golpean sus padres va a golpear a sus hijos.
Tenéis un problema: os gusta jugar, pero no soportáis perder, chicas. Jugar está muy bien cuándo ganáis, pero si perdéis venís con cosas cómo “Ahora qué hago, no merece la pena seguir así...”, etc.
Y os váis con vuestro pagafantas para llorarle en el hombro, mientras él se muere por daros un beso, por una palabra dulce, sin saber que él es vuestro premio de consolación, jugáis con el sin riesgo, sabedoras de que vais a ganar. Necesitáis ganar. Necesitáis ser la capitana del barco. Una lástima que hayas dado con un pirata tramposo.
Decís “te quiero” a boca llena, y tú y yo sabemos que es solo un juego, una forma de medirte, cuánto tiempo tardará en caer? Esta vez no ha caído
Chica guapa, pero solo guapa.
No me digas que te duele, que me quieres, no intentes engañar a un mentiroso, no lo vas a conseguir.

De la película "Cocktail"

-No quiero que esto acabe así.

-Esto siempre acaba mal. Si no, no acabaría.

Te equivocaste.

Si de verdad querías algo conmigo, no deberías haber anulado esa cita.

No me gusta que me den largas.
Ciao.

Discreción.

A veces es muy difícil ser discreto.


Nos apetece gritar algo, reirnos en la cara de alguien, hacer algún gesto obvio, brusco, ondear un logro o un odio.

Nos apetece informar a todo el mundo de algo, de manera patente. Normalmente, es una cuestión de soberbia.

Pero hay que saber ser elegante.
Y a veces hay que callarse la boca.

Decepciones

Estoy aprendiendo a enfadarme.


Hay un tipo de persona muy peligrosa.

Alguien a quien aprecias. Alguien que no juega limpio.
Esa persona que parece que está de tu lado, pero que de vez en cuando te clava un puñal. Un comentario que sabes que duele, un gesto. Entonces es cuando, en toda nuestra imbecilidad, creemos que ha sido sin mala intención. Un toque de atención y lo dejamos pasar.

Pero ocurre de nuevo. Varias veces. Llega un momento en que es turbio. A veces está de tu lado, a veces contra tí. A veces de buenas, a veces haciendo daño. Y no sabes a qué atenerte. No sabes si te quieren o te odian, si te aprecian o si eres un pasatiempo.

Todos somos idiotas.

Al final, llegamos a la única conclusión posible. A aquella que deberíamos haber tenido en cuenta desde el principio. A aquella que nos resistíamos a llegar a creer. A aquella que no queríamos saber, porque es tan desagradable y humillante...

Pero no queda más remedio.

Acabamos dándonos cuenta de que están jugando con nosotros.


Y no soporto que jueguen conmigo.

Ya lo decía mi madre.

Mi madre era sabia. Recuerdo lo que me decía.


"El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma tonta".

Dulce irracionalidad (II)

Transliteración:

-Pero es que tú me gustabas desde hace tiempo, Tiznado. Ahora... Ya no lo sé.
-¿Y por qué no me lo dijiste en su momento?
-Te lo hice saber... Te mandaba señales...
-¿Señales como qué?
-Pues, cuando te saludaba... Te abrazaba.
-Sí. Y también abrazabas a Largo, a Chico Diez, a Quejas...
-Pero el tuyo era especial.
-¿Y cómo quieres que yo lo sepa, Chiquita?
-Ay... No sé...


(Nota: Los nombres propios han sido alterados para conservar el anonimato de los implicados. Era obvio, ¿No?)

Calienta pero no quema.

Había hace no mucho unas vitrocerámicas cuyo lema publicitario era: "Calienta pero no quema".


Chicos, alejáos de ese tipo de mujeres.

Horchata en las venas

Me pone enfermo la gente sin sangre. Esa gente que pasa de todo. Que nada les parece bien. Que nada les parece mal. Que toman una decisión cada doce domingos, y por llenar el cupo.
Esa gente que cree que lo tiene todo hecho por cambiar de ciudad o de horario de trabajo para verla más tiempo. "Eh, mira lo que he hecho por tí. Ahora tengo derecho a seguir siendo un idiota sin iniciativa, por lo menos hasta Octubre."

Es esa gente que no sabe si pedir el té rojo o verde, y lo piensa en voz alta mientras la camarera espera con la libreta en la mano.

Los que se mienten a sí mismos, no "ahora no, cuando llegue el momento", cegándose a que el momento es, ni más ni menos, cuando tú decides que sea. Pero eso es lo que les falta. Decisión.

Me irritan los que niegan la evidencia con un pasotismo capaz de enervar a un Xiaolin. Los que no reconocen su culpa, no por orgullo (y esto es importante), sino por no ser capaces de afrontarlo y subsanarlo. Por pura falta de determinación.

Y sus vidas bambolean como una vela muerta en un vendaval. Se arrastran. Celebran lo que les viene, se amargan por lo que no consiguen, y lloran por lo que se les va, sin pensar siquiera en tomar las riendas con fuerza e ir a por lo que desean. Sin hacer ningún esfuerzo más allá de alargar un poco la mano para ver si llegan, y concluir que es demasiado difícil.
Nah. Es más fácil dejarse llevar, sin pensar, sin decidir.

Curiosamente, son los mismos que se aferran como idiotas a lo que deberían dejar marchar. Tampoco tienen la fuerza suficiente para abrir los ojos y darse cuenta de ello.


Debilidad. Disfrazada de lo que sea, de romanticismo, de simpatía, de liderazgo, incluso de virilidad. Pero debilidad, en el fondo, en grado sumo.


Me pone enfermo.

Dulce irracionalidad (I)

Búscalas.
Se irán corriendo. Huirán. Desaparecerán.


Ignóralas.
No las necesites. No las adules. No les rías los malos chistes ni les pagues las copas.

No te dejarán en paz.



Lo curioso es que a nosotros (a los que no somos idiotas, me refiero) nos pasa lo mismo. Y nisiquiera lo entendemos.

...Y sabe como una manzana.

Si parece una manzana, huele como una manzana, y sabe como una manzana...
...Es una manzana.

Esto que parece tan obvio no resulta tan sencillo para mucha gente. Por eso me hace gracia esa escena tan típica, que aparece en las malas películas y en la vida diaria (porque nuestra vida diaria es una película mala, muy mala) en la que ella, que le conoce a la perfección, le mira a los ojos y le dice: "Tú no eres así".

Oh, vaya, gracias por avisarme. Y yo tan convencido.

Resulta que el chico parece un cabrón, habla como un cabrón y se comporta como un cabrón. Pero claro, ella, que lo conoce muy bien, sabe que en el fondo no es un cabrón. Y tiene la cara de decírselo. "Tú no eres así". O, en otras palabras: "Yo te conozco mejor que tú mismo, pobre infeliz".

Tengo malas noticias. Ese muchacho es un cabrón, y la manzana es una manzana. Y puedes decirme que la manzana en el fondo es un chuletón de buey, pero se da la circunstancia de que ese chuletón de buey parece, huele y sabe como una manzana. ¿Te has planteado que sea una manzana?

Dejad de engañaros. Y dejad de creer que sois lo suficientemente superiores al resto como para juzgar cómo son realmente. Dejad de buscar "en el fondo", porque el fondo no existe. Para el mundo, somos lo que hacemos, lo que decimos. No lo que pensamos (hasta el momento en que lo decimos, claro). Si haces esquí eres un esquiador, aunque tu pasión frustrada sea la música.


Pragmáticamente hablando: Eres lo que haces. No lo que en el fondo te gustaría hacer.

Bla, bla, bla...

Dicen que para controlar una borrachera viene bien una ducha fría.

¿Y qué ocurre si lo haces?

Que acabas borracho y tiritando.


Y sin embargo la ducha fría sigue estando en la boca de cada listillo de madrugada. Como el café con sal. Es una especie de brujería contemporánea. El café con sal es una mierda y tú vas a seguir con resaca. Con náuseas y con resaca. ¿Qué tal una ducha fría? Así también estarás congelado.

La gente habla sin parar. En cualquier lugar, por cualquier motivo. Y, lo que es peor: Sin motivos. Dicen las cosas como si las supieran, interrumpen cualquier silencio para hacer ruido con su boca salivosa y lo peor es que no aportan nada. Chismorreo incesante. Hubo un tiempo en que un hombre chismorreando estaba mal visto. Sólo hablaba cuando tenía algo que decir. Y cuando era necesario, callaba.

Parece que la gente ha olvidado callar. Se sienten incómodos si no participan activamente en el sonido ambiente. No soportan el silencio, y lo rellenan con idioteces, una detrás de otra.

Bien, no pido que nos convirtamos todos en ascetas asociales (aunque se solucionarían muchos problemas), no en dispositivos verbales que economicen el número de fonemas emitidos para dar la información justa y necesaria. Al fin y al cabo, somos humanos (algunos lo parecen, al menos).
Pero hay que saber hablar a la gente de algo que le importe.

¿Tiene cara ese pobre chico de estar preocupado por la enfermedad de tu gato? Déjale en paz.

El lenguaje es un privilegio. Una herramienta. Un derecho.
Pero no una obligación.

Carácter.

Me gustan las chicas con carácter.

Alguien capaz de decirme que no. De llamarme capullo a la cara. De enfrentarse a mí.

Me hastían las niñas temerosas, las jovencitas sumisas, las que nunca discuten. Hacen caso, todo les parece bien. Si algo les parece mal se lo callan. Si no aguantan más, lo comentan tímidamente. Y en cuanto insisto, desisten. "Sí, claro", "Es verdad", "Bueno, vale...", "Tienes razón".

Defiende lo que quieres. Llévame la contraria. Dame caña. Dame la oportunidad de discutir. No dejes que mis exigencias te resequen por dentro. Un poco más de sangre. Dignidad, por favor.

Ojo. No me seas machorra. No te hagas la dura. No seas insoportable. No se trata de fingir carácter, se trata de tenerlo. Entiéndelo de una vez.

Sin él, difícilmente vas a aguantarme. Vas a consumirte. Vas a deshacerte. De hecho, el carácter es un requisito imprescindible para soportarme.

Es más.
Sin carácter, no creo que te aguante.
Ya deberías de haberte dado cuenta de que no te convengo.

O quizás sea eso precisamente lo que te atraiga de mí.

Más vale malo conocido que bueno por conocer, dicen.
A veces soy lo malo por conocer.


La curiosidad mató a la gata.

Chica indecisa

Escucha, niña. Vamos a dejar esto claro.

Bésame o no lo hagas.
Pero déjate de tonterías, ¿quieres?

Chicos buenos.

Todo lleno de aguantacubatas.

Vergüenza. Que es otra manera de decir miedo. Un montón de muchachotes con una copa en la mano, de pie en la pista, moviendo ligeramente la cabeza. No, claro que no bailan. Tienen demasiado miedo al rechazo. A hacerlo mal. Eso de divertirse es secundario. "Preferimos pasar la noche en esta esquina, gracias".

Por eso no me gustan las pistas de baile ruidosas y masificadas, donde no puedes elegir con quién estás. Huele demasiado a rata.

Ese mismo miedo a no ser perfecto es lo que los convierte en chicos buenos. Cándidos y amorosos, el consorte perfecto. No discuten con ella, le invitan a una copa, le ríen las gracias. Ganando puntos. Como si diez puntos de chico bueno fueran canjeables por un beso, setenta por un polvo y cien por un noviazgo.

No está mal ser un chico bueno con esa chica especial. Pero, un poco de dignidad. Y no seas aburrido, ¿quieres? Para eso se compra un perro.

Un chico bueno sería un excelente marido. Pero, amigo, mira bien a esa chica. ¿Crees que busca matrimonio?

La lotería genética

Por lo visto, esperabas que te adorara porque eras guapa. Que te invitara a una copa, que sonriera como un imbécil, que babeara un poco. Como todos, supongo.

Ser guapa no tiene mérito, bonita.

Aclaremos las cosas: Me gusta una mujer guapa como al que más. Pero eso no significa que vaya a perder mi tiempo en alimentar un poco más tu cebado ego, sólo porque la genética decidió que tú ibas a follar más que esa amiga tuya que bizquea un poco. Lo único que me gusta de las princesitas es despeinarlas.

Supongo que está bien eso de dejarse agasajar por la cara (precisamente), para después despreciar a todas esas babosas e irte a romper un somier con el neardental del Seat Córdoba (que no entiende por qué te deprimes cada mes, pero por lo menos no babea y su gruñido es muy sexy). Pero tiene sus inconvenientes.

Para cuando te diste cuenta de que no era un capullo, era demasiado tarde. Ya me habías decepcionado. Y no, no me apetecía tomar nada más.

Que asalte otro el castillo, princesita. Me voy con la molinera.

Fundamental




Escuché a alguien decir que sólo está permitido besarle el culo a una mujer cuando sea de manera literal.


Me pareció un magnífico consejo.

Declaración de Intenciones


No se me da bien escribir grandes textos. Este no es un blog de poeta, no es un blog emotivo-emocionaloide (aunque alguna vez caerá, todos somos iguales en el fondo). No voy a escribir sobre lo mal que me ha ido el día o sobre la sensación que me produce ver caer las hojas del otoño, nisiquiera de lo mucho que quiero o dejo de querer a quien sea. Para eso, abrid un blog al azar. Hay millones, y todos son lo mismo.

Tampoco pienso buscar un lenguaje elaborado y musical, que suene bien, que parezca que sé escribir. No necesito demostrar nada.
No voy a hacer reseñas. Ni comentarios de cine. Nada de relatos, de poemas. Nada de cosas artificiosas.

Nada de contar mi vida. Sé que no os importa.

"¿Y entonces qué clase de blog vas a hacer, F.A.? ¿Qué vas a contar?"

Mentiras.
Un monton de sencillas o complejas, con o sin sentido, sucias y viles mentiras.
Empezando por esta declaración de intenciones.

Porque acabaré contando lo mal que me ha ido el día.

En ese caso, todo lo que he escrito arriba no sirve de nada. Menuda estupidez.
Todos conocemos el tipo de cosas que se cuentan a las tantas de la madrugada, en un garito con música soportable y un Martini con hielo en la mano. Esa conversación pseudometafísica psicoemocional sociológica cargada de exageraciones, errores, patrañas y malos consejos. Y diablos, nos gusta. Todos hemos tenido conversaciones así (Y si no las has tenido, aparta de la pantalla y vete a vivir un poco, friki).

Pues eso será este blog.

Más o menos, digo yo.