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Some people have an angel on one shoulder and a devil on the other. Me, I've got a hat and a vest, Acid and Sour, Jazz and Tango.

About art.

(Tengo problemas para conectarme a internet. Así que hoy, las entradas de dos en dos.)


Hay demasiadas personas que creen que saben lo que es el arte.
Demasiadas personas que se creen capaces, mientras se atiborran de grasientos MacMenús gigantes y llenan sus cuerpos de alcohol cada fin de semana hasta el borde de la intoxicación, en lo que Nietzsche calificaba como sociedad narcótica, con su maldito título de B.U.P. y un contrato basura en una tienda de electrotecnia, de juzgar lo que es arte.

Son los que escuchan música contemporánea y dicen que es un pianista dando golpes al teclado.
Son los que ven pintura del S.XX y dicen que un mandril con un bote de pintura lo haría mejor.
Son los que leen poemas sin rima y dicen que no es poesía.
Esa marabunta ignorante que engrasa la maquinaria, hasta el punto de que la maquinaria se hunde en un pozo de grasa.

Cuántas veces habré pasado por la misma escena.
“Ah, ¿eres compositor? Yo soy pianista. Mira, he compuesto varias cosas para piano, échales un vistazo, a ver qué te parecen.”
Y te ponen delante de las narices, exultantes de orgullo, cuatro folios garabateados de un romanticismo barato, de las mismas melodías manidas, de los mismos acordes de hace doscientos años, de las mismas malditas progresiones armónicas.
Una pieza muy bonita, eso sí.

El romanticismo es muy bonito, hoy día. Pero en su día era una transgresión. Era romper con una estética y hundirse en otra mucho más expresiva, de una forma casi revolucionaria. Y es esta rebeldía lo que convierte el romanticismo en arte, y no en una moda. La búsqueda, la necesidad de un nuevo lenguaje.
Otra cosa muy diferente es tu maldito romanticismo de tocador, que utiliza un lenguaje ya estandarizado, horrorosamente típico, sin ápice de búsqueda, de rebeldía, de nuevos lenguajes, sólo para crear algo bonito.
Bonito.

Algo puede ser bello sin ser bonito.
Puede ser arrebatador sin ser bello.
Puede ser desgarrador.

El arte no es hacer cosas bonitas. Es algo muy diferente.

Que se apliquen el cuento todos los pintores de cuadros bonitas, escultores de cosas bonitas, compositores de canciones bonitas, arquitectos de edificios bonitos, bailarines de danzas bonitas, y cualquier seguidor del bonitismo en general.


Eso
no
es
Arte.


Eso es interiorismo, o Hello Kitty.

Los calzoncillos de Mickey Mouse

Tengo un amigo que va tras una chica.

Ella no le hace caso. Y él no lo entiende, porque hace exactamente todo lo que a ella le gusta en un chico. Es, racionalmente, su chico ideal, el que ella describe cuando habla de cómo le gustan los tíos.

Bien, dejemos algo claro.

Que a ti te gusten los comics de Batman no significa que quieras tirarte a Bruce Banner, ¿verdad?

O, de un modo más práctico.
Que a una tía le guste Mickey Mouse no significa que vaya a acostarse con él.
No se te ocurriría ponerte unos calzoncillos de Mickey Mouse para excitarla mientras te desnudas. *

Pues, amigo mío, lo que le gusta a una mujer no es lo mismo que lo que le atrae. Que le gusten los tíos sinceros no significa que le pongan los tíos sinceros. Que le gusten los poetas no significa que le guste zumbarse poetas.
De hecho, lo que le gusta y lo que le atrae suelen tener poco que ver.

Y esto es algo que ni siquiera ellas suelen tener muy claro.



*Fetichismos extravagantes aparte.