¿Cuándo puedes considerar a alguien un amigo?
¿Cuando te presta dinero? ¿Cuando te cuenta sus confidencias? ¿Cuando lo has visto cambiarse en la ducha?
Os diré lo que os diría cualquier adolescente venido a más en cualquier rincón de internet:
Un amigo es aquella persona que sabe estar ahí, cerca, cuando lo pasas mal. Una persona que es capaz de hacerte olvidar cualquier problema durante un rato, te permite hacer un reboot y empezar de cero, y darle un nuevo empujón a lo que sea que te está metiendo la cabeza en el lodo.
(Y pensaréis: "Oh, qué ha pasado con Martini, está definiendo la amistad estereotípica de tarjeta de navidad y powerpoint vomitivo".)
Pues bien, si toda esa pastelada es cierta, creo que soy amigo de Mozart.
Porque no hay nadie dando la cara ahora, no hay nadie mordiéndome un brazo, nadie que sepa qué decir, qué hacer, para hacerme sentir mejor. Nadie que sepa hacer nada.
Salvo, claro, la Missa Brevis en Do Mayor k220.