Declaración de Intenciones
No se me da bien escribir grandes textos. Este no es un blog de poeta, no es un blog emotivo-emocionaloide (aunque alguna vez caerá, todos somos iguales en el fondo). No voy a escribir sobre lo mal que me ha ido el día o sobre la sensación que me produce ver caer las hojas del otoño, nisiquiera de lo mucho que quiero o dejo de querer a quien sea. Para eso, abrid un blog al azar. Hay millones, y todos son lo mismo.
Tampoco pienso buscar un lenguaje elaborado y musical, que suene bien, que parezca que sé escribir. No necesito demostrar nada.
No voy a hacer reseñas. Ni comentarios de cine. Nada de relatos, de poemas. Nada de cosas artificiosas.
Nada de contar mi vida. Sé que no os importa.
"¿Y entonces qué clase de blog vas a hacer, F.A.? ¿Qué vas a contar?"
Mentiras.
Un monton de sencillas o complejas, con o sin sentido, sucias y viles mentiras.
Empezando por esta declaración de intenciones.
Porque acabaré contando lo mal que me ha ido el día.
En ese caso, todo lo que he escrito arriba no sirve de nada. Menuda estupidez.
Todos conocemos el tipo de cosas que se cuentan a las tantas de la madrugada, en un garito con música soportable y un Martini con hielo en la mano. Esa conversación pseudometafísica psicoemocional sociológica cargada de exageraciones, errores, patrañas y malos consejos. Y diablos, nos gusta. Todos hemos tenido conversaciones así (Y si no las has tenido, aparta de la pantalla y vete a vivir un poco, friki).
Pues eso será este blog.
Más o menos, digo yo.
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